"Esta mañana, desde mi ventana, he contemplado la campiña largo tiempo antes de la salida del sol; sólo brillaba la estrella matutina, que parecía enorme". (Vincent Van Gogh)
Así podría ser el paisaje que imaginaba Van Gogh desde su celda y que le inspiró para pintar su preciosa Noche estrellada.
Aún es noche cerrada,
aunque eso no impide
que el aroma a trigo verde
y a aceituna llene mi boca.
¿Qué universo es el real?
¿El que me enseña la ventana
o el que me asalta cuando cierro los ojos?
Se han desvanecido los barrotes de mi celda,
no pueden apresar
la belleza que se derrama tras ellos.
Cuento doce estrellas
pero solo veo una,
del resto imagino su camino,
su concéntrica luminosidad.
El viento las enmarca,
serpentea entre ellas.
No quiero estar solo
y comparto mi visión.
Detrás de las pestañas,
azulean varios tejados,
hay una torre allá, a lo lejos.
Desde mi altura todo es horizontal
salvo un ciprés que trepa
para deshacer con sus ramas
la vorágine de esta noche estrellada.
El cielo se retuerce
cuando el pincel le agrede
y rompe su negrura
dejando paso al alba.
Pinto, sin primavera,
un naciente amanecer
que arrastre por las colinas
la locura de mi noche.
Belén Rodríguez
