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lunes, 11 de abril de 2016

BENJAMÍN PRADO: "NUNCA ESCRIBAS NADA QUE TE AVERGONZASE QUE LEYERA DYLAN"

DESGRANANDO VERSOS




          Abrió el cuaderno que utilizaba para escribir “en sucio”, por la primera hoja en blanco, eligió un Bic azul a estrenar, encendió el ordenador y se concentró mirando las evoluciones de la pantalla.

          Iba a escribir un relato y no sabía por dónde empezar…
        Buscando la inspiración, que no llegaba, se puso a hojear un libro de poemas que le había prestado una amiga, Ya no es tarde de Benjamín Prado, un autor desconocido para ella.

       Comenzó a leer el primer poema titulado Cuestión de principios y  su mente se llenó de sus versos:




" Un poema que escuche a quién lo lee…
Un poema que sea incorregible…
Un poema que ponga en peligro la poesía…"

Con avidez su mirada fue desgranando páginas hasta que un título llamó su atención: María y el fantasma.




"Existen ciertas noches en las que Ángel González
olvida que está muerto…
Si le hablo de mí, dice que no me fíe
-Pregúntale a los otros, para saber quién eres…
Te aseguro que hay noches en las que Ángel González
se sienta a mi lado para hablarme de ti…"

Al empaparse con aquel necesitó conocer el mensaje de otro y de otro más y luego de otro…así llegó a leer uno titulado Libro de familia en el que se dirigía así a  uno de sus libros:




"hoy que tu y yo  no somos todavía nosotros
te contaré mi historia de principio a fin…
hablo cualquier idioma, me llamaban Machado o 
Sylvia Plath...
crucé América con Neruda, vine a España con Hemingway en la guerra civil…
Viajé del Mississippi a Ítaca, la isla del tesoro, 
la esfinge de Gizeh…
Esa ha sido mi familia, como tú vas a serlo de todos
 los que lean
y no olviden los poemas que ahora escribo para ti…"

               Sin poder evitarlo continuó leyendo esos sencillos y a la vez majestuosos versos que, usando unas palabras tan claras, eran capaces de expresar tanto. Mientras se embarcaba en estos pensamientos, se encontró con el poema Poesía social que se refería a algunos poemas en estos términos:




"Leerlos fue soñar con un idioma sin la palabra usura…
Cuando oían que nada es verdad para siempre
contestaban que era posible un mundo con respuestas más                                                                             [allá del pasado…
que no te extrañe verte dentro de este poema
el amor se parece a las otras libertades…"

            Con cada poema la lectura le resultaba más adictiva. El libro entero era, sin duda, una deliciosa colección de sentimientos que lograban la empatía del lector al no podían dejar indiferente a nadie… al menos ella se sentía atraída hasta por los títulos, como el que se titulaba Tu nombre quemará mis labios para siempre, un peculiar poema a la ciudad de Jerusalén que se transforma en un poema de amor…




"Cuando África amanezca  cubierta por la nieve
 y en los cuadros de Goya luzca el sol.
 El día en que las águilas se vuelen de los dólares,
 y Pompeya despierte  de su sueño a la sombra del volcán,
entonces,  solo entonces,  dejaré de quererte…"


             Al acabar de leer los poemas,  descubrió que el juego con las palabras es un ejercicio infinito, que cada una tiene su papel único e irrepetible acomodada en un contexto determinado y que su valor crece a medida que crece el sentido y el sentimiento del texto .





"Para ti que conviertes
 cada palabra en una cicatriz,
cada recuerdo en una barricada
para ti se inventaron la soberbia y la ira
yo que viví en tu mundo de horas irrevocables"


            Cuando quiso retomar su intención de escribir un relato, se dio cuenta de que algunos días una no tiene nada que contar...

Belén Rodríguez