Ella deambulaba
entre la comitiva. Quería escuchar los comentarios de la multitud para saber
qué sentían en esos momentos.
Delante, junto
al féretro, un alma negra caminaba cabizbaja. Era la responsable de que hoy
procesionaran hacia el cementerio.
La semana
anterior otras personas habían recorrido el mismo camino, pero con sentimientos
bien diferentes: Una mujer asesinada por su pareja ocupaba el ataúd…
Pero todo se
desencadenó ayer. Cuando el juez dijo no encontrar pruebas para condenar al
asesino, ella se erigió en justiciera.
Sabía de su
culpa porque había sido testigo del último aliento de la mujer. Fue tan injusto
segar así aquella vida que, aunque su trabajo consistía en adueñarse del alma
de la asesinada, no quiso formar parte esa barbarie.
Decidió
adelantar en su lista al alma del asesino.
Por eso, cuando
abandonaba el juzgado sabiéndose a salvo de la pena que le correspondía, un
rayo negro le atravesó de arriba a abajo.
Ella le declaró
culpable y le aplicó la sentencia.
************************************************
Como sabéis estoy haciendo pinitos en escritura creativa y he pensado en compartir con vosotros, de vez en cuando, algún relato. Espero que, aunque estoy empezando, no os defraude demasiado...
Belén R.