SER PADRE

 

Cuando un nuevo ser se abre paso al mundo

la mirada cansada de una madre,

orgullosa de haber creado vida,

enlaza sus ojos con los del padre.

Ese momento, mágico y profundo,

trastocando su vida sin ambages.

Las vivencias que tenía asumidas

se han magnificado: ahora es padre.

Cómo cargar en sus brazos rotundos,

sin dañar a esa vida que ahora late

delicada, rosada y desvalida,

todo un reto supone para el padre.

Devenir que modera su transcurso

observando con ojos espectantes

la especial relación que día a día

se refuerza entre un hijo y su padre.

Dos seres que, en vorágines de lustros,

se suplementan más en cada instante.

Son sus caminos idas y venidas

hasta que, de repente, el hijo es padre.

Quien fue padre es  abuelo furibundo

corazón pleno de amor inquietante

que, rasgado, sin duda ofrecería

por ver a su hijo convertido en padre.

Forjando codo a codo su futuro

compartiendo experiencias tan vibrantes

capaces de cerrar cualquier herida.

Así es la relación entre hijo y padre.

Toda una vida han caminado juntos,

aprendido a quererse y respetarse,

haciendo realidad su fantasía

de saber qué se siente como padre.

De los recuerdos que forman mi mundo,

aquellos que son más gratificantes,

para siempre en mi memoria fijaría

que soy hija, que no hijo, de mi padre.

En recuerdo de mi padre. Esa persona especial que ha marcado mi existencia.

Belén R.